Actuar como nodo central o “hub” de la red de política pública

Como se explica más adelante, uno de los principales resultados de los procesos INSPIRED es el desarrollo y/o la consolidación de redes de política pública en torno al tema en cuestión. Dependiendo de la fase de desarrollo de la red, el anfitrión del diálogo puede asumir diferentes funciones. Si todavía está en su fase inicial, el anfitrión del diálogo actuará como catalizador, estableciendo los primeros vínculos entre los participantes en el proceso de diálogo y "tejiendo" así la red de política pública según los valores acordados por los primeros nodos que se unan.

En la mayoría de los casos, sin embargo, la red de política pública ya existe, aunque sea limitada a los actores públicos, que a menudo siguen un enfoque jerárquico que no tiene en cuenta el nivel de interdependencia que caracteriza a los sistemas de gobernanza en el siglo XXI. En estos casos, el papel del anfitrión del diálogo es actuar como "tejedor" que se esfuerza por conectar a nuevos participantes a la red (OSC, actores sociales y privados, grupos de reflexión, etc.) y, de ese modo, aumentar los intercambios de información entre los diferentes tipos de nodos.

Las redes que reúnen a diversas partes implicadas presentan diferentes niveles de integración entre sus nodos, que tienden a organizarse espontáneamente en agrupaciones que reflejan sus intereses y prioridades al tiempo que potencian sus sinergias, afinidades y complementariedades. Esto implica la necesidad de que el anfitrión del diálogo actúe como un nodo central o superconector (hub) que se esfuerza por identificar y registrar los intercambios que se producen en las diferentes partes de la red para buscar oportunidades a la hora de construir nuevos lazos o vectores de cooperación. Sin embargo, esta es una tarea especialmente difícil, ya que la dinámica de poder dentro de la red se desarrollará siguiendo patrones complejos que darán protagonismo a unos actores sobre otros en función de los recursos que aporten a la misma.

Uno de los principales activos de los procesos de diálogo multi-actor es su capacidad para concienciar a los actores implicados sobre su creciente y casi inevitable interdependencia, una toma de conciencia que puede obligar a los actores más poderosos a abrir su juego y adoptar un enfoque más cooperativo hacia su trabajo cotidiano. Un ejemplo de esta toma de conciencia es el conjunto de actos administrativos resultantes de la publicación del informe de análisis participativo titulado "Estado de la reforma de la posesión de la tierra y los recursos en Filipinas 2018". De hecho, entre julio y agosto de 2018, varios organismos gubernamentales como el Departamento de Recursos Naturales (DENR), el Departamento de Reforma Agraria (DAR) o la Oficina de Pesca y Recursos Acuáticos (BFAR) acordaron involucrar a los representantes de las OSC y las organizaciones de pueblos indígenas en mecanismos consultivos específicos para la formulación de directrices, normas y reglamentos destinados a mejorar la aplicación efectiva de la Reforma Agraria, la Ley de Derechos de los Pueblos Indígenas y el Código de Pesca.

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