¿Qué cambio puede aportar INSPIRED?
Es bien conocido que palabras se las lleva el viento, lo cual explica por qué muchos profesionales de los ámbitos del desarrollo, los derechos humanos y la democracia y la construcción de la paz sufran lo que se viene conociendo como "fatiga del diálogo", algo que en su momento nos hizo entender de lo importante que era infundir a los diálogos de INSPIRED un fuerte sentido de propósito. Sin embargo, esforzarse por obtener resultados concretos y medibles no significa necesariamente que dichos resultados deban estar predeterminados de antemano, especialmente cuando se apunta a un blanco móvil, posiblemente una de las principales características de todo esfuerzo por influir las políticas públicas.
Si el diálogo sobre políticas es dinámico por naturaleza y el efecto de la interacción entre los múltiples actores implicados, pretender definir sus resultados desde el principio no sólo es un esfuerzo inútil, sino que corre el riesgo de socavar la apropiación local que el diálogo pretende construir en primer lugar. Por el contrario, debería corresponder siempre a las principales partes implicadas nacionales determinar cuáles son sus objetivos comunes y enmarcarlos en las oportunidades y limitaciones de la política pública bajo discusión. Una vez fijados, estos objetivos no deben ser inamovibles, ya que ello limitaría considerablemente la flexibilidad y la capacidad de reacción de los participantes en el diálogo ante las dinámicas políticas que son, por definición, cambiantes.
Sin embargo, evitar los preestablecer objetivos no significa descuidar los resultados; al contrario, la orientación a resultados permite a las partes implicadas centrarse en lo que importa, aquellos logros que el proceso de diálogo va poco a poco generando, sin dejar por ello de adaptarse a circunstancias sobrevenidas o a súbitas alteraciones en el panorama político del país. En lugar de concentrarse obstinadamente en los objetivos e indicadores de un marco lógico predefinido, el enfoque INSPIRED invita a las partes implicadas a revisar sus prioridades y adaptar sus objetivos al contexto cambiante, así como a mantener la mente abierta y concentrarse en los resultados más significativos -tanto previstos como imprevistos- de sus deliberaciones, que podrían convertirse en ventanas de oportunidad para impulsar las reformas deseadas.
En otras palabras, la orientación hacia los resultados es una característica esencial del enfoque INSPIRED, pero se ha matizado para evitar que los organizadores y facilitadores del diálogo pierdan de vista otros aspectos que son igualmente importantes. En un proceso de diálogo, los resultados deben acordarse colectivamente, ya que no tiene sentido establecerlos al principio del proyecto, sino que deben evaluarse a posteriori para demostrar el impacto del trabajo conjunto de los participantes en el diálogo y animarles a continuar su esfuerzo colectivo. Para ello, el enfoque INSPIRED ha integrado en el método de evaluación conocido como “cosecha de resultados” (Outcome Harvesting), que permite a los participantes en el proceso de diálogo hacer inventario de los logros alcanzados, incluyendo los numerosos resultados imprevistos que se van derivando de su cooperación, lo cual no hace sino reforzar aún más sus vínculos gracias a la toma de conciencia de los logros conjuntamente alcanzados.
Desde el punto de vista de los donantes, esta forma de entender los resultados es clave para superar la lógica que subyace a la cooperación entendida como mera Asistencia Técnica y a la proliferación de Unidades de Ejecución de Proyectos o Programas (UIP), que a menudo buscan "hacer las cosas" en lugar de "hacer que las cosas sucedan". Esto explica por qué casi todas estas UIPs suelen dejar un legado tan dudoso una vez que la financiación internacional toca a su fin y por qué sus supuestos resultados se desvanecen tan fácilmente y sin dejar mucho rastro. La tentación de abordar por uno mismo los nudos críticos y de sortear los cuellos de botella sustituyendo las estructuras gubernamentales ineficientes por otras de nueva creación, en lugar de desarrollar las capacidades de las primeras, es un impulso perfectamente comprensible cuando los profesionales del desarrollo se enfrentan a la difícil situación de los sectores públicos de los países en los que trabajan. Sin embargo, estas buenas intenciones acaban con demasiada frecuencia poniendo los bueyes detrás de la carreta, dando paso a una de las consecuencias imprevistas más frecuentes del enfoque orientado a los resultados que tanto ha predominado en el sector del desarrollo, a saber, la necesidad de "cumplir" con resultados tangibles, definidos de antemano y, como tal, fácilmente medibles, ya que de ese modo resulta más sencillo justificar los gastos incurridos ante los contribuyentes de los países donantes.
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