El anfitrión del diálogo

Para obtener resultados concretos, el diálogo sobre políticas debe estar debidamente estructurado, sobre todo cuando se trata de reunir a partes implicadas de diferentes sectores -público, privado, sin ánimo de lucro- y con diferentes mandatos, áreas de especialización y culturas organizativas. Francamente, reunir a un conjunto de actores tan dispares y pretender que se lleven bien y lleguen a un acuerdo por sí solos es una receta para el desastre. Alguien tiene que coordinar sus intercambios, enmarcar los debates y dirigir las discusiones para garantizar que sigan siendo relevantes y productivas. Ese es el papel del anfitrión del diálogo.

Hasta ahora, todos nuestros anfitriones del diálogo han sido organizaciones de la sociedad civil especializadas en los temas abordados por el proceso de diálogo, aunque nada impide que los actores públicos adopten ese papel dentro de su ámbito de acción. Un alto nivel de reconocimiento de los pares es importante, pero lo que es crucial es que la estructura sea percibida por todas las partes implicadas como un actor neutral, o por lo menos imparcial. En entornos fuertemente polarizados, esto no es una tarea fácil, ya que la mayoría de los actores independientes acaban tomando partido debido a la dinámica de confrontación que rige en la arena política. Este es precisamente el principal objetivo del diálogo sobre políticas inclusivo y participativo: crear las condiciones para que surja un consenso entre partes implicadas que, de otro modo, estarían enfrentadas.

El caso de Bolivia es bastante ilustrativo en este sentido. Después de más de una década en el poder y tras dos referendos constitucionales para prolongar sus periodos en el poder, el gobierno de Evo Morales había cortado los lazos con casi todas las organizaciones de la sociedad civil sin vínculos con su "Movimiento al Socialismo" o MAS, que fue concebido originalmente como una coalición de movimientos sociales y campesinos más que como un partido político. Basándose en sus orígenes activistas y en línea con la famosa afirmación de Luis XIV, "L'Etat c'est moi", Evo y sus colegas parecían decir: "la sociedad civil somos nosotros". En sus libros y artículos, su mano derecha, Álvaro García Linera, había declarado repetidamente que todas las OSC financiadas por donantes extranjeros eran agentes del imperialismo, cuestionando abiertamente su legitimidad y arrinconándolas mediante regulaciones draconianas que pretendían cortar su apoyo financiero. En un contexto tan complejo, fue extremadamente difícil encontrar un anfitrión para el proceso de diálogo INSPIRED, que debía abordar la (falta de) acceso a la salud de las poblaciones más vulnerables. Nuestra elección final de la red UNITAS vino dictada por su larga reputación como columna vertebral de los movimientos sociales bolivianos -fue fundada en 1976, bajo la dictadura militar, e incluso contó en su día con un Evo más joven entre los muchos alumnos de sus programas de formación-, así como por su alcance y base de apoyo en todo el país. Al mismo tiempo, el hecho de que la organización haya sido una de las que más ha criticado los esfuerzos del gobierno por cooptar a la sociedad civil y restringir su libertad de expresión conllevaba el riesgo de poner a la defensiva a los dirigentes políticos encargados de la política pública.

Sin embargo, fue precisamente el fuerte ethos de la organización y su prestigio entre la sociedad civil, incluidos muchos movimientos campesinos afines al MAS, lo que permitió que el proceso de diálogo de INSPIRED accediera al gobierno por la puerta de atrás y acabara colocando el tema de la Sanidad Universal en la agenda política, empujando al propio Morales a defender la iniciativa de cara a las próximas elecciones presidenciales.

Existen múltiples estrategias que los anfitriones del diálogo pueden adoptar para lograr el consenso entre las numerosas partes implicadas en el proceso. Identificar las oportunidades de reforma de una política pública determinada requiere una visión política y la capacidad de reaccionar colectivamente de forma concertada. Sin embargo, como sugiere el ejemplo mencionado, la habilidad más importante para que el anfitrión del diálogo obtenga resultados consiste en su capacidad para generar y alimentar la confianza entre la diversidad de actores que participan en el proceso de diálogo, que representan el núcleo duro de la naciente red de política pública.

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