Academia

La inclusión de think tanks o institutos de investigación política en el diálogo sobre políticas públicas tiene numerosas ventajas. Gracias a su foco en la investigación y la argumentación con base empírica, así como a su experiencia en la comunicación de análisis complejos a responsables políticos, medios de comunicación y público en general, los think tanks pueden ser aliados muy útiles en los procesos INSPIRED. Si son percibidos como independientes, pueden alimentar el diálogo con los datos y análisis necesarios para crear una base de información y conocimiento aceptada por todos los participantes. No obstante, si acaban asumiendo la mayor parte de estas tareas corren el riesgo de interferir en la dinámica de colaboración que es vital para promover tanto la apropiación final como la confianza entre las demás partes implicadas, por lo que el anfitrión del diálogo debe sopesar cuidadosamente los pros y los contras de su implicación y, siempre que sea posible, incitarles a colaborar activamente con los demás participantes en su labor de investigación.

Además, el grado de imparcialidad de los think tanks a la hora de supervisar las políticas públicas -pero sobre todo de abogar por el cambio en las mismas- variará en función de sus lealtades (al gobierno, a determinados partidos, a empresas patrocinadoras, etc.). Asimismo, los think tanks o institutos de investigación adscritos a las universidades tienen mandatos que restringen sus actividades a la reflexión y no a la acción, mientras que otros se definen como "think and do tanks".

Otra cuestión que hay que tener en cuenta es la diferente dinámica y mentalidad que caracteriza a los profesionales académicos y políticos: mientras que los primeros se inclinan por la búsqueda de soluciones óptimas, los segundos se ven obligados a optimizar los recursos y a negociar su camino a través de las limitaciones políticas y burocráticas. Sin embargo, el paso entre ambas profesiones es bastante común y constituye una de las características más destacadas de las redes de política pública.

Al igual que los medios de comunicación, los grupos de reflexión pueden ser contratados no sólo por su experiencia, sino también como partes implicadas de pleno derecho, concretamente en aquellos ámbitos en los que tienen un largo historial de investigación, especialmente si han defendido -o se han opuesto- a reformas similares. Este sería el caso si están próximos a los responsables de la toma de decisión, o tienen una gran reputación debido a la calidad y fiabilidad de sus investigaciones. Lo que parece claro es que, sea cual sea su papel exacto en el proceso de diálogo, los grupos de reflexión o los institutos de investigación pueden a veces "iluminar" los debates gracias a su foco en la evidencia empírica, haciendo que las discusiones vayan más allá de los intereses o las creencias y ayudando al anfitrión del diálogo a mediar en el intercambio de conocimientos entre los participantes.

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