Un proceso de diálogo en tres fases
A efectos prácticos y en consonancia con muchos otros métodos de diálogo, el enfoque INSPIRED se estructura en torno a tres fases interrelacionadas. Estas fases proporcionan un marco claro de cooperación y articulan el diálogo de tal manera que todos los actores implicados sepan lo que pueden esperar –y lo que a su vez se espera de ellos– en cada momento del proceso.
Cada fase - (1) Análisis Colectivo, (2) Construcción de Consenso y (3) Monitoreo y Alineamiento - está orientada a la obtención de diferentes resultados del trabajo conjunto de las partes implicadas: una Análisis Participativo de la Política Pública (1), una Hoja de Ruta para la Reforma (2) y una Estrategia de la Red de Política Pública (3).
El proceso, y a su vez cada una de las tres fases, es facilitado por un Anfitrión del Diálogo, una organización que reúne y guía a todas las demás partes implicadas a lo largo del proceso. El anfitrión del diálogo tiene que esforzarse por crear las condiciones necesarias para que surja la confianza entre los participantes en el diálogo, incluso entre aquellos que no están en buenos términos debido a diferencias ideológicas o a posibles enfrentamientos previos.
La experiencia ha demostrado que, en lugar de representar una secuencia clara, las fronteras entre las tres fases tienden a ser fluidas, lo que se debe en parte a la naturaleza iterativa de cualquier proceso de diálogo. De hecho, las partes implicadas siempre pueden "dar un paso atrás" para revisar su análisis inicial de la política que se está debatiendo (basándose en nuevos datos recogidos en una fase posterior, por ejemplo) o hacer un alto para evaluar los nuevos avances con vistas a encontrar un espacio para el consenso. Por lo tanto, más que como fases stricto sensu, las fases del enfoque INSPIRED deben entenderse como un continuo puntuado por toda una serie de eventos conjuntos y logros comunes que deben encajar en el marco político general para, de ese modo, asegurar su pertinencia.Este grado de flexibilidad con respecto a la secuencia de las reuniones y eventos del diálogo plantea grandes exigencias al anfitrión del diálogo, que debe permanecer atento a cualquier cambio en el panorama político y a la delicada interacción entre los actores políticos y las partes implicadas, además de estar preparado para adaptar el proceso a aquellos factores desconocidos que seguramente surgirán a lo largo del diálogo.
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